Los neumáticos y la seguridad

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De la calidad de los neumáticos y de su buen estado y presión depende que cumplan bien con todas sus funciones y por lo tanto viajemos seguros.

Deben soportar la carga; asegurar la trasmisión del esfuerzo motor para arrancar, acelerar, circular a distintas velocidades y reducir; dirigir el vehículo, seguir recto o tomar curvas; ayudar a la estabilidad, a la suspensión y al confort; participar en el frenado. Tienen que soportar múltiples situaciones: frío, calor, hielo, nieve, agua, diferentes tipos de pavimento, baches, obstáculos por lo que están sometidos a una importante fatiga, desgaste y envejecimiento.

Por todo ello, es necesario que comprobemos la presión, los daños con cables visibles o bultos, el estado general con agrietamientos múltiples y el desgaste. Además una mala conducción provocará un desgaste rápido: arrancadas y paradas rápidas, frenazos fuertes a alta velocidad, entradas en curvas con exceso de velocidad y golpes o rozamientos en bordillos.

Los neumáticos no caducan y no hay ninguna norma que indique a cuántos kilómetros hay que cambiarlos. Según la calidad, el uso y el cuidado pueden durar más o menos kilómetros. Legalmente, tiene que haber un dibujo mínimo de 1,6 mm de profundidad en las ranuras centrales de la banda de rodamiento. La mayoría llevan indicadores de desgaste situados a esa profundidad. Pero, sobre todo, cámbialos si te parece que el comportamiento del vehículo ha empeorado en mojado o en superficies poco adherentes. Y si no lo tienes claro pide asesoramiento a un especialista. Y asegúrate de colocar unos neumáticos con las especificaciones que vengan indicadas en el manual del vehículo en cuanto a tamaño, velocidad, carga.

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